2025/07/06

Y la Vega Baja continúa perdiendo el alma...

Vega Baja es un yacimiento arqueológico de gran extensión, temporal y geográfica. Se ubica en una vega del Tajo que desde principios del siglo pasado había sido considerada como el lugar de expansión natural de la ciudad histórica, donde los desarrollos urbanos chocaron, en primer lugar, con las prevenciones paisajísticas establecidas para proteger las vistas de la ciudad histórica y la propia vega y, a partir de 2001, con la constatación de la existencia de un yacimiento arqueológico extenso y complejo, compatible con la capital del reino visigodo. La confluencia en el mismo espacio de arqueología, paisaje y expectativas urbanísticas daría lugar a un importante conflicto entre patrimonio y urbanismo, cuyos efectos llegan hasta la actualidad.  



  

Desde el año 2023, en función de un convenio firmado entre el Estado, la Junta de Comunidades y el Ayuntamiento de Toledo se vienen realizando tareas de “recuperación y musealización” del yacimiento de Vega Baja, incluyéndolo en un entorno ajardinado y de paseos, para que pueda ser visitado y disfrutado. Ahora mismo, se ha iniciado la segunda fase, que sigue el mismo planteamiento de puesta en valor y estética que la anterior.  


 Promover el acceso de los ciudadanos al patrimonio aparece recogido en el preámbulo de la Ley de Patrimonio Histórico Español como uno de los fines del Estado democrático. Algo que es deseable y bueno, como una herramienta para rentabilizar socialmente los restos del pasado.   


Sabemos que estamos ante un yacimiento de primer nivel, con restos arqueológicos romanos, visigodos e islámicos, y un uso continuado del espacio con fines agropecuarios, de extracción de arcillas y expolio de materiales antiguos desde entonces hasta la actualidad. El hecho de que los restos arqueológicos de la Vega Baja correspondan a lo que en su día fue la capital del reino visigodo, cuyo dominio se extendió por toda la península ibérica y el sur de Francia, convierte este espacio de nuestra ciudad en un “unicum”, es decir, en un yacimiento excepcional o singular. 

 

En el año 2008, se declaró Bien de Interés Cultural con categoría de Zona Arqueológica, la máxima figura de protección existente. El sitio había permanecido prácticamente abandonado desde 2011, cuando se paralizaron, sin completar los estudios, las últimas excavaciones arqueológicas sistemáticas. Después de tanto tiempo desatendido y dado el valor histórico-cultural de esta zona, parecería que lo más razonable habría sido pararse a reflexionar, acudir a expertos de reconocido prestigio en arqueología, restauración, historia y patrimonio, y desarrollar, antes de ponerse a hacer nada, un proyecto de futuro en el que se establecieran los mejores criterios posibles basados en valoraciones técnicas, para recuperarlo, conservarlo y ponerlo en valor.  


La cuestión es relevante porque, de hecho, desde 2008, cuando la administración lo declaró BIC, es obligatoria la redacción de un Plan Especial de Protección que nunca se ha materializado, y la administración tutelar del patrimonio, incomprensiblemente, nunca ha exigido. Este debería ser un documento que recogiera los valores del sitio, los objetivos a corto, medio y largo plazo, y las acciones generales y concretas para aumentar el conocimiento sobre él y ponerlo a disposición de los ciudadanos. 


 

 

Después vendría la cuestión de la plasmación práctica de los contenidos del Plan Especial, donde se recoja lo que se quiere trasmitir sobre los criterios de adecuación del espacio arqueológico, para su conservación, uso y disfrute de los ciudadanos. Sería necesario buscar un equilibrio entre arqueología y divulgación, pero sin olvidarnos de que lo que debe primar es el yacimiento, que es el objeto de todo el proceso. 

 

 En ausencia de ese Plan, cualquier cosa que se haga en el yacimiento no deja de ser una ocurrencia más para aparentar que se hace algo, es decir, para cumplir objetivos políticos. Y, aunque el resultado sea que “el erial” se transforma en otra cosa, no podemos caer en el “mejor esto que nada”. Deberíamos pensar sobre si ganar espacios a un descampado sin la reflexión o aporte técnico de los profesionales competentes en las distintas áreas implicadas, sin consenso alguno, es lo más deseable para un lugar tan relevante. Pues los proyectos que se están implantando aparecen, sin más, como resultado de contratos administrativos de redacción de proyectos sin base conocida en informes cualificados que avalen los planteamientos elegidos; plasmándose en jardines, caminos, mobiliario urbano y gravillas de colores, distribuidos alrededor de una senda que se construyó “porque había que hacer algo”; y, todo ello, adornado con algo de arqueología incomprensible. 


En lugar de eso, en ausencia de cualquier Plan y de la reflexión técnica interdisciplinaria y cualificada, y de la participación vecinal, se entrega el proyecto de puesta en valor de un importante yacimiento arqueológico a la creatividad y el diseño del espacio, resultando algo ajeno al fin de la valorización de momentos históricos, donde la arqueología se convierte en un florero más integrado en el jardín, en lugar de ser el protagonista sobre el que debe girar todo lo demás. 


Las edificaciones antiguas, levantadas con materiales como la piedra, la madera o el barro, funcionaban en un reciclaje sin fin, a lo largo de cientos y miles de años, fundiéndose y mimetizándose con el espacio, superpuestas las modernas a las antiguas en diversos estratos y profundidades. Parecería normal actuar en la misma lógica, con el uso de los materiales tradicionales, y tratando de indicar la realidad asincrónica de las distintas ocupaciones humanas. Sin embargo, en un alarde de “insostenibilidad”, se utilizan materiales como las piedrecitas de colores (para diferenciar ambientes, dicen), que quedarán para siempre allí, como elementos indestructibles y extraños, fundidos con el pasado. Los muros uniformados y los suelos, todos partiendo del mismo nivel, crean un pasado liso, desvaído y vano, ajeno a la belleza rugosa de la ruina, a la erosión de la historia, a la profundidad del tiempo y, sobre todo, ajeno a la comprensión y conocimiento de los ciudadanos.      


Leer en artículo en toledodiario.es. Pulsa en la imagen

https://toledodiario.es/opinion-y-la-vega-baja-continua-perdiendo-su-alma/


         
 
 
























2024/09/02

Sobre el poco tradicional respeto de las autoridades locales hacia el patrimonio

Sobre el poco tradicional respeto de las autoridades locales hacia el patrimonio, que se prolonga en la historia hasta el día de hoy. 


"Toledo, no se distingue por su amor al árbol, y sin embargo da la coincidencia, de que al formar un parque como lugar de esparcimiento para los niños del grupo escolar, se elige un sitio llamado a ser desmontado en un plazo más o menos lejano [se está refiriendo a la creación del parque escolar encima de las ruinas del circo romano]. Po r otra parte, el recinto del Circo se halla cruzado por un camino de 17 metros de anchura, y para fin de males, dos edificaciones están enclavadas en el interior de aquél. [es la Avenida Carlos III, que corta el circo en dos mitades, y tantas veces se ha hablado de la necesidad de eliminarla, sin haberlo hecho nunca; y el restaurante Venta de Aires]

Todos estos obstáculos, son consecuencias del desamparo, artístico de Toledo, para el cual, han sido innumerables los cantos que, se, han ofrendado a sus glorias artísticas, muchas las poesías en ellas inspiradas, pero poca ha sido la prosa legislativa que ampare y proteja a esos pedruscos, ruina s y caserones, que si representan algún obstáculo para el tráfico moderno, son en cambio el alma de Toledo, sin la cual cesaría esa misma actividad febril.

Sin embargo, los problemas de Toledo, a veces son planteados en forma errónea, presentándose como un a complicada ecuación diferencial lo que en la mayoría de los casos es una sencilla regla de proporción simple. Los apasionamientos, la falta de ambiente artístico y la falta de ideales, han sido la causa de, haberse cometido dolorosas profanaciones y derribos de construcciones de gran valor arqueológico, artístico e histórico."

Rey Pastor, Alfonso. 1926: El circo romano, Toledo, revista de arte, Año XII, 227:1299-1308

Imagen, páginas 1302-1303




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